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  • Foto del escritorDavid Placer

“El periodista pelandini”

El periodista pelandini es el último insulto (o intento de insulto) que he recibido después de haber publicado dos noticias: una sobre los millones del Seguro Social de Venezuela que terminan centrifugados en una red empresarial en Madrid y otra sobre una exjuez chavista contratada como asesora del vicepresidente podemita del gobierno de Valencia (España).


Primero fueron comentarios aislados, pero días después, recibí un curioso comentario de un usuario fake en esta cuenta. “A ver cuándo este periodista que está en España pelandini deja de hablar y se pone a trabajar”


Del comentario, lo que más me ha llamado la atención es la forma cómo reaccionan estos centrifugadores profesionales ante las informaciones que les afectan. Con máximo desprecio por los venezolanos comunes, por los trabajadores, por los profesionales que huyeron de un país destruido, expropiado y saqueado por ellos mismos.


Para el chavismo millonario, “los pelandinis” somos un estorbo “al hablar”, es decir, al investigar y al destapar. Nos quieren exiliados y callados. Desterrados y mudos. Expropiados y ciegos. Para ellos, cuyo único propósito en la vida es el avión privado, los yates y los pisos y locales de lujo en Salamanca o en La Castellana, los “periodistas pelandinis” no dejamos de ser un incordio, un estorbo que les impide disfrutar en el anonimato sus desfalcos a manos llenas.


No pueden entender cómo el trabajo de los “periodistas pelandinis” no está movido por la ambición desmedida de hacernos ricos de la noche a la mañana, sino por el deseo de contribuir con una sociedad más informada y justa.


Por eso, “los pelandinis” seguiremos pagando nuestros alquileres y nuestras hipotecas, viajaremos en transporte público y comeremos en restaurantes corrientes, pero podremos vivir con la tranquilidad y, sobre todo, con la libertad que ellos no tendrán jamás.



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