top of page
  • Foto del escritorDavid Placer

El final feliz de los niños balseros

Entre tantos finales tristes, hoy tenemos un final feliz en Trinidad: el de cuatro primos venezolanos de entre 3 y 13 años que viajaron solos desde Venezuela. Sus abuelas los enviaron en embarcaciones precarias para que fueran entregados a sus madres al otro lado de la costa.


Los niños estaban condenados a la miseria en Venezuela. Y sus madres, que ya se habían asentado en Trinidad, pagaron sus pasajes. Los pequeños embarcaron a merced de todos los peligros ya conocidos, y al llegar a Trinidad abordarían un taxi que los llevaría a casa. Pero los planes de Venezuela a Trinidad casi siempre se tuercen. Y los menores fueron interceptados y detenidos por la policía.


Las autoridades de Trinidad sólo le permitían ver a sus madres por videoconferencia. En esas llamadas vimos los ojos asustados de la pequeña Susej, de apenas seis años, aterrorizada por dormir en una cárcel de un país extraño.


Dos semanas después, las madres pudieron recuperar a sus hijos. Ahora tendrán que presentarse de forma habitual ante la Policía y seguir un control migratorio. Ahora la pequeña Susej ya no llora en una celda, sino que se siente protegida por su madre.


El drama de los niños balseros venezolanos es una de las más crueles y tristes noticias que hemos podido contar este 2020. Porque la infancia nunca merece ser rota ni ahogada. Porque los niños nunca deberían ser despertados a bofetadas con la realidad de la pobreza y la migración obligada.


Cuando publicamos la historia de los niños balseros, algunos cargaron contra las autoridades trinitarias. Otros culparon a las madres por haber enviado a sus hijos solos a Trinidad. Pero la desesperación y el hambre suelen parir historias insospechadas.


Hoy la pequeña Susej y sus hermanos han regresado de nuevo a su infancia. Ya han recuperado la sonrisa y se sacan fotos familiares en Trinidad. Ojalá que todo ese miedo y ese llanto, que ya han desaparecido de sus rostros, queden olvidados para siempre en ese mar de la fatalidad que nunca debieron atravesar.

bottom of page