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  • Foto del escritorDavid Placer

El 4F y el “yo no creo”

El 23 de diciembre de 1991, el diario español El País preguntó a Carlos Andrés Pérez si ocurriría un Golpe de Estado en Venezuela. El entonces presidente no dudó en su respuesta.


“Aquí no hay la menor posibilidad. No hay una situación social, ni económica, ni política, que pudiera explicarlo o justificarlo. La sociedad venezolana ha adquirido tal nivel de desarrollo que repudia y repele por naturaleza cualquier tipo de imposición por la fuerza en el Gobierno del país”, declaró Pérez convencido de que la tiranía y el comunismo, jamás se instaurarían en Venezuela.


Un mes y medio después, Hugo Chávez asestaba su fallido Golpe de Estado que incluía el arresto (y el posible asesinato) de Pérez. La asonada golpista no tomó por sorpresa a nadie, ni siquiera al periódico español que ya avizoraba un alzamiento militar.


Tal vez Pérez fue el único sorprendido porque hasta su ministro de la Defensa, Fernando Ochoa Antich, parecía conocer hasta el mínimo detalle del Golpe en marcha.


El resto ya es historia. Hoy, hace 29 años, Venezuela amanecía estremecida por un Golpe de Estado que dejó centenares de muertos. Fracasaron en su intento por secuestrar el poder, pero siete años después lo lograron para quedarse quién sabe hasta cuándo.


Las democracias siempre se muestran débiles y frágiles contra quienes atentan contra ellas. Pero una vez que la delincuencia organizada se apodera del poder nunca (o casi nunca) es derrotada por vías democráticas.


Cada vez que parece aniquilado, el chavismo resurge como una bacteria de hospital: muta y se expande. Y en los países donde compra aliados y voluntades, no se les toma en serio y casi siempre se les subestima. Este año habrá elecciones en Perú, Ecuador, Chile y Honduras. Ante la expansión del modelo chavista, los demócratas de esos países suelen reaccionar como Carlos Andrés Pérez antes de la irrupción del chavismo. “Aquí no hay la menor posibilidad”.


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